Los dos reyes y los dos laberintos (Jorge Luis Borges)

Los dos reyes y los dos laberintos (Jorge Luis Borges)


Hace muchos años, existió en las islas de Babilonia un rey que ordenó construir un intrincado laberinto. Un día, llegó a la corte un rey árabe, quien fue enviado al laberinto por orden del rey de Babilonia. El árabe, cansado de vagar entre los muros, le pidió ayuda a su Dios y, finalmente, logró salir. Una vez fuera, le advirtió al rey que él, en Arabia, tenía otro laberinto y que, si Dios era justo, se lo haría conocer. El árabe, en busca de venganza, destruyó los reinos de Babilonia y secuestró a su rey, al que ató a un camello y soltó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed.

Este cuento de Borges está escrito de una manera que se asemeja a las lecturas bíblicas, debido a ciertas expresiones y adjetivos que el autor utiliza a lo largo del texto.

El laberinto es uno de los símbolos más utilizados por Borges en sus trabajos. En este caso, para mí, el laberinto que el rey de Babilonia manda a construir nos deja ver su soberbia y vanidad, ya que las características determinadas con las que se construye el laberinto, según el narrador, “son operaciones propias de Dios y no de los hombres”. De esta manera, el rey quiere igualarse a su Dios, y crea este “universo” desconocido y que atemoriza a aquellos que se adentran en él.

Por último, lo que el autor quiere dejarnos con este cuento es que no debemos creernos superiores que nadie, mucho menos por las cosas materiales que podamos tener, porque esa soberbia, esa vanidad, son las que llevan al rey de Babilonia a la muerte. Además, no tenemos que hacer lo que no nos gusta que nos hagan, porque no tenemos la certeza de si en algún momento nosotros tendremos que vivir esa misma situación.

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