Pensar
impide sentir
Hace un par de meses atrás, mi
profesora de jazz, los últimos minutos de la clase, nos pidió que
improvisáramos con una canción aleatoria que ella iba a poner. Siempre se me
hace un nudo en el estómago cuando me piden que improvise, no me gusta
improvisar, jamás me gustó. Tengo siempre la necesidad de saber qué tengo que
hacer, cómo y cuándo debo hacerlo, no quiero quedarme paralizada, me asusta no
saber qué hacer. Sin embargo, ese día me paré frente al espejo que cubría toda
la pared del salón, cerré los ojos y esperé, un tanto inquieta, a que la música
comenzara. De golpe, la voz de Nina Simone, imponente, poderosa, empezó a sonar
a capela.
“Birds
flying high,
You
know how I feel”
(Pájaros
volando alto,
Sabes
cómo me siento),
lanzó en el primer verso de su canción
“Feeling good”. Volví a cerrar los ojos e intenté dejarme llevar. Extrañamente,
mi cuerpo no mostró resistencia y simplemente se movió al compás de la voz de
esa mujer que anunciaba que por fin era libre.
“River
running free,
You
know how I feel”
(Río corriendo libre,
Sabes cómo me siento)
Hasta ese
día, yo no lo sabía, no sabía lo que era sentirse como ese río que corre
libremente, sin miedo a las piedras que pudieran interponerse en el camino de
su corriente. La canción me llegó como una flecha cargada de todo aquello que
la intérprete describía en la letra, me traspasó la piel e incluso el alma, y
me contagió instantáneamente de toda esa fuerza que Nina, mediante la simpleza
de las estrofas que entonaba, describía.
“Breeze drifting on by,
You know how I feel”
(Brisa a la deriva,
Sabes cómo me siento)
De
repente, la brisa se encargaba de moverme a mí, me arrastraba de acá para allá,
me subía y me bajaba, me hacía girar y, entre todo eso, me olvidé de pensar, me
olvidé de que había otras personas viéndome, me olvidé de mirarme a mí misma en
el espejo, me olvidé de planificar cada sucesión de pasos. Creo que en algún
punto me olvidé de que yo era yo, abandoné mi cuerpo y me convertí en todo eso
que Simone nombraba: fui mariposa, fui un pez en el mar, fui la flor en el
árbol que florece sin temor.
La voz de
la cantante me llegaba firme y se sentía como si tuviese la certeza de que me
estaba transmitiendo esa fugaz sensación de libertad, y el sonido de las
trompetas que alcanzaba a escuchar de fondo me invitaban a bailar como si esa
fuera la última vez que lo haría.
No me
gusta improvisar, jamás me gustó, pero ese día improvisé y, durante unos casi
tres minutos, fui completamente libre.
Antes de
escribir esta escena puse “Feeling good” en mi computadora y, en el living de
mi casa, volví a improvisar, y sorprendentemente, volví a sentirme libre.
“It’s a new dawn,
It’s a new day,
It’s a new life for me,
And I’m feeling good”
(Es un nuevo amanecer,
Es un nuevo día,
Es una nueva vida para mí,
Y me siento bien)
A veces
solamente hay que dejarse llevar. No se puede pensar todo tan minuciosamente,
hay ocasiones en las que la música de la vida nos invita, sencillamente, a
fluir con ella.
Link de
la canción: https://www.youtube.com/watch?v=oHRNrgDIJfo
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